Tuesday, April 25, 2006

 

La ERMITA de Cali

La Ermita




Para el día que la convalecencia en el Hospital termina para Sinclair, la guerra ya había llegado a su fin... los resultados que esta dejó, no le interesaban a Sinclair  -“guerra es guerra”, pensaba, y los intereses por los que ella dio origen, le tenían sin cuidado.


Los casi tres años que estuvo en el Hospital, le sirvieron para  recapacitar con detenimiento sobre su crecimiento interno. Ahora el recuerdo del que fue su amigo, hermano y Maestro, estaba relegado a un pasado en su juventud... Sinclair había madurado al pasar por entre sus heridas físicas, alimentadas estas por un año de dosis entre  “Sister Morphine”, hasta que ellas alcanzaron un grado de sanidad que el mismo no habría podido lograr, sino hubiera sido por ciertos encuentros que tubo con individuos que conoció en el Hospital... el primero que me llaga a la memoria es Max, un teniente que trajeron al Hospital el mismo día q Sinclair ingreso; pero lo vino a conocer al año, pues al comienzo de su recuperación, tubo que vivir día a día la pesadilla de estar bajo los efectos de la morfina, o morfi, como él le decía, para no sentir los profundos dolores físicos que su cuerpo experimentaba.

Sinclair había crecido entre creencias morales, diversificadas estas entre un dios bueno y el dios de las Tentaciones... y le habían mantenido alejado de encontrar el camino que le ayudara a salir rápido de las dificultades físicas que de momento se presentaban en varias partes del cuerpo.


                       Un día cualquiera, mientras estaba entre ejercicios matutinos de Terapia a sus extremidades inferiores, habían traído un paciente en camilla, y estando los dos el uno enseguida del otro, mirándolo Sinclair   dentro los ojos, sintió que el azul de ellos le hablaban, ya que de su boca no salían palabras... recuerdo que Max, en el desorbite de sus pupilas, le gritaba como desesperadamente, que había un camino que Sinclair debía encontrar rápidamente para salir de la crisis... Sinclair le habló, con un poco de dulzura y tristeza, al ver las condiciones desastrosas, aparentemente en q se encontraba el enfermo que estaba enseguida de él... pensó que la pesadilla de su vida, era nada comparada con la de este pobre cristiano... le dice que su nombre es Sinclair, que tendrá, tal vez, que vivir el resto de su existencia dentro una silla de ruedas y tomar, para colmo de males, fuertes dosis de Morfina para sobre vivir... que sus deseos de continuar viviendo, se mermaban día a día, que una forma de encontrar salida rápida a su dilema sería encontrando la forma de aplicarse él mismo una alta dosis del medicamento que lo mantenía invalido y sin dolores en el cuerpo, al tiempo que por dentro, lo jalaba a un mundo tenebroso de sueños y pesadillas interminables que lo despertaban varias veces en la noche, entre una garganta abrumada en gritos ensordecedores.

Max le comunico, que ya sabía su nombre, que no importaba que su mirar le recordara a su mejor amigo de infancia y juventud, que el camino hacia quitarse la vida uno mismo, podría ir en contra vía con el espíritu, pues lo mandaría a un lugar gris, bizarro y sin Dios, totalmente opuesto a los deseos del Creador cuando le regalo vida dentro el vientre de la madre... que él puede llegar a conocer gente  en el Hospital, que le pueden aportar cantidad de información indispensable para encontrar un camino hacia la sanación alternativa y así evitar la Morfina; pero tendrá que conocer primero que todo, la fuente que genera vida, porque de nada vale encontrar caminos sobre las sendas de la Sabiduría y el Conocimiento, si no se tiene el agua de la fuente de vida; que la fuente tiene que encontrarle él mismo, y para llegar a ella, tiene que subir miles de escalones, algunos de ellos en un mismo día, pero todos y cada uno tan difícil, que es imposible escalar hacia la fuente sin un guía, y que ese guía tenda que encontrarlo también por si mismo y la única herramienta que esta disponible, es aquel libro que encuentra dentro de cada cajón de cada nochero que descansa enseguida de cada cama hospitalaria... Max cerro sus ojos, aquel esfuerzo realizado para poder llevar a Sinclair un mensaje de esperanza a través de su única forma de comunicarse posible, le había agotado totalmente, y su espíritu estaba cansado...

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